Por: Cristina Vargas
@emecevece
Foto: @emecevece
Corría el mes de diciembre del 2019, un diciembre que resultaría atípico en Bogotá. La temporada turística estaba en clímax, las movilizaciones sociales y las manifestaciones por descontentos de todo tipo se tomaban las calles suplantando a los diciembres jocosos de antaño, caracterizados por las reuniones familiares y entre amigos; en donde las excusas para celebrar se daban porque sí o porque no y ninguna razón era menos válida que otra para juntarse alrededor de la mesa y compartir. En ese contexto llegaba diciembre con su alegría.
Transcurrían los días bajo soles saturantes, lluvias ligeras, granizadas, marchas y un clima sociopolítico inestable. La mayoría de los guías nos ‘topábamos’ en lugares que reconocíamos ya como ‘la oficina’: frente a las vitrinas que salvaguardan objetos prehispánicos sagrados, en las filas para comprar la boletería y ascender al cerro, o en algunas de las mesas y barras de la docena de cafés alrededor del centro de la ciudad en los que era común saludarnos en las mañanas o al final de la jornada. Pues bien, ese diciembre revolcado y descolocado hacía que más de uno de nosotros se preguntara ¿cuál era nuestra lucha común?, ¿en dónde estábamos los guías de turismo de la ciudad? Y ¿cómo podríamos hacer que nuestra voz sonara al unísono y con fuerza frente a un sector en desarrollo en Colombia?
Con certeza sé que muchos y muchas nos preguntábamos durante esos días de huelgas ¿cómo expresar esas subjetividades?. Subjetividades que llegaban a afectar el ejercicio profesional de guianza turística al burocratizar procesos y procedimientos, sobre-explotar destinos turísticos o confundir y evitar la estandarización de tarifas frente al ejercicio de la profesión, entre otro tipo de reclamaciones que podían no ser necesariamente las mismas que aquellas de los estudiantes de las universidades públicas y privadas del país, de las madres cabeza de hogar o de algunos grupos de minorías que no cuentan con acceso a las mismas oportunidades que probablemente muchos y muchas de nosotras sí. En fin, más de uno de nosotros quienes hoy conformamos este colectivo, durante esos agitados días del 2019 extrañamos sentirnos parte de una manada o de un ‘parche’.*
Pero no únicamente las razones más 'subjetivas' o 'militantes' alimentaban el deseo de colectividad y la sed de asociatividad, por otro lado, saludarnos en medio de los callejones de La Candelaria cuando pasábamos con grupos o familias de viajeros contando historias y anécdotas de nuestra ciudad natal, reconocernos ejerciendo la misma profesión y experimentando las mismas situaciones embarazosas a veces, así como las mismas dudas sobre cómo tratar los temas más álgidos de nuestra historia; desarrollaban sutilmente la añoranza de crear un grupo, un colectivo o simplemente un 'parche' con el cual, echar chisme, compartir noticias e informaciones relevantes sobre la ciudad, sus edificios, sus novedades y cualquier tema de historia y actualidad que concerniese a nuestro quehacer cotidiano. Todos éstos se convertían en argumentos válidos y comunes que sumaban razones para construir el colectivo que hoy nos junta y nos afianza dentro del universo del turismo.
Finalmente, tras hacer rodar la voz acerca de conformar un colectivo que nos representara ante los azares que la individualidad no puede asumir, una tarde del mes de febrero de este 2020, nos juntamos alrededor de las típicas onces santafereñas en la sala de una casa cerca del centro histórico a pensar el nombre, definir los objetivos y darle vida a una causa que hoy nos asocia y nos ha permitido sobre todo afrontar en grupo las amenazas que parecen evidentes para el ejercicio y dignificación de la profesión, así como afianzar nuestros conocimientos y visibilizar miles de historias capitalinas que valen la pena ser contadas.
Este 2020 nos regaló en medio de todo, la oportunidad de creer en la colectividad y de confiar en que la unión hace la fuerza. Así, el Colectivo de guías Bacatá D.C abre sus puertas para que todo aquel que quiera unir su voz y oídos a este grupo de caminantes, viajeros, aventureros, intelectuales, artistas y conocedores de las lógicas un tanto eclécticas que caracterizan a esta metrópoli, lo haga libre y voluntariamente con la seguridad de encontrar un 'parche' que lo acoja en los momentos de ansiedad e incertidumbre, pero también que le permita compartir logros y fortalecer el rol como auténtico gurú en turismo bogotano.
* Parche: Colectividad conformada por amigos cercanos. (Bogotálogo: Usos y abusos del español hablado en Bogotá. Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, 2011)
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